Ha pasado ya más de medio siglo desde que se pusiera fin a la «fiebre del wólfram» que durante la postguerra, en la primera mitad de los años 40, llevó a muchos hombres y mujeres a subir a monte «armados» con pico y pala para extraer este negro mineral, que era pagado a precio de oro por alemanes y americanos en plena contienda mundial por su incalculable valor para la fabricación de armamento. De estos tiempos aún quedan como testigo los restos decadentes de una antigua explotación abandonada, junto al pueblo de Cadafresnas y a la sombra de la Peña del Seo, la montaña negra.
Ha pasado ya más de medio siglo desde que se pusiera fin a la «fiebre del wólfram» que durante la postguerra, en la primera mitad de los años 40, llevó a muchos hombres y mujeres a subir a monte «armados» con pico y pala para extraer este negro mineral, que era pagado a precio de oro por alemanes y americanos en plena contienda mundial por su incalculable valor para la fabricación de armamento. De estos tiempos aún quedan como testigo los restos decadentes de una antigua explotación abandonada, junto al pueblo de Cadafresnas y a la sombra de la Peña del Seo, la montaña negra.
Ha pasado ya más de medio siglo desde que se pusiera fin a la «fiebre del wólfram» que durante la postguerra, en la primera mitad de los años 40, llevó a muchos hombres y mujeres a subir a monte «armados» con pico y pala para extraer este negro mineral, que era pagado a precio de oro por alemanes y americanos en plena contienda mundial por su incalculable valor para la fabricación de armamento. De estos tiempos aún quedan como testigo los restos decadentes de una antigua explotación abandonada, junto al pueblo de Cadafresnas y a la sombra de la Peña del Seo, la montaña negra.
Ha pasado ya más de medio siglo desde que se pusiera fin a la «fiebre del wólfram» que durante la postguerra, en la primera mitad de los años 40, llevó a muchos hombres y mujeres a subir a monte «armados» con pico y pala para extraer este negro mineral, que era pagado a precio de oro por alemanes y americanos en plena contienda mundial por su incalculable valor para la fabricación de armamento. De estos tiempos aún quedan como testigo los restos decadentes de una antigua explotación abandonada, junto al pueblo de Cadafresnas y a la sombra de la Peña del Seo, la montaña negra.
Ha pasado ya más de medio siglo desde que se pusiera fin a la «fiebre del wólfram» que durante la postguerra, en la primera mitad de los años 40, llevó a muchos hombres y mujeres a subir a monte «armados» con pico y pala para extraer este negro mineral, que era pagado a precio de oro por alemanes y americanos en plena contienda mundial por su incalculable valor para la fabricación de armamento. De estos tiempos aún quedan como testigo los restos decadentes de una antigua explotación abandonada, junto al pueblo de Cadafresnas y a la sombra de la Peña del Seo, la montaña negra.
Ha pasado ya más de medio siglo desde que se pusiera fin a la «fiebre del wólfram» que durante la postguerra, en la primera mitad de los años 40, llevó a muchos hombres y mujeres a subir a monte «armados» con pico y pala para extraer este negro mineral, que era pagado a precio de oro por alemanes y americanos en plena contienda mundial por su incalculable valor para la fabricación de armamento. De estos tiempos aún quedan como testigo los restos decadentes de una antigua explotación abandonada, junto al pueblo de Cadafresnas y a la sombra de la Peña del Seo, la montaña negra.
Ha pasado ya más de medio siglo desde que se pusiera fin a la «fiebre del wólfram» que durante la postguerra, en la primera mitad de los años 40, llevó a muchos hombres y mujeres a subir a monte «armados» con pico y pala para extraer este negro mineral, que era pagado a precio de oro por alemanes y americanos en plena contienda mundial por su incalculable valor para la fabricación de armamento. De estos tiempos aún quedan como testigo los restos decadentes de una antigua explotación abandonada, junto al pueblo de Cadafresnas y a la sombra de la Peña del Seo, la montaña negra.
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