José de Mora (Baza, 01-03-1642 / Granada, 25-10-1724) constituye una figura de primer nivel en la cultura artística española de los siglos XVII y XVIII. Por esta razón, debe mirarse este año 2024 como una efeméride cultural de capital importancia que sitúa al territorio granadino y, especialmente, a la ciudad de Baza ˗en tanto que cuna de este insigne artífice˗ en ejes centrales sin los cuales no puede articularse la conmemoración del tricentenario del fallecimiento de quien, como reza el título del presente proyecto, puede ser considerado como el más ilustre bastetano. Sin lugar a dudas, Baza es conocida en el panorama histórico-artístico por su pasado íbero y también por figurar siempre como el primer hito biográfico de quien fue el escultor más importante de los reinos hispánicos desde 1672, en que fue nombrado escultor del rey, hasta su deceso.
De este modo, la “bastetanidad” de José de Mora acompaña siempre a la apreciación de su legado artístico, conformado por un nutrido elenco de obras que, desde el siglo XVII, han venido trascendiendo las fronteras del patrimonio granadino. Obras del Gran Mora pueden encontrarse como referentes en iglesias y museos de todo el territorio nacional, así como en prestigiosas colecciones internacionales del mundo británico y norteamericano, lo que sitúa a estas piezas como ejemplares altamente cotizados en el mercado del arte. No en vano, José de Mora supo crear un sello artístico único y propio de un genio, a pesar de las limitaciones y censuras que le impuso el contexto en que vivió y trabajó. Tanto es así, que generó una estética singular salida del sureste peninsular, una estética granadina y con raíces en la Baza en que tuvo lugar su primer aprendizaje artístico a la sombra de su abuelo, el también escultor bastetano, Cecilio López. Tamaña fue la genialidad artística de Mora que los artistas que le sucedieron en el panorama granadino de los siglos XVIII y XIX, ya solo supieron imitar las enseñanzas del gran maestro haciendo tanto más prolongada una sombra que llega hasta nuestros días y que se arroja sobre buena parte de la escultura occidental del Barroco, pero siempre con un preciso origen: Baza.
La Reconquista constituyó un largo y complejo proceso militar, político, social, religioso y cultural desarrollado a lo largo de ocho siglos y que marcó en buena medida la historia de la España medieval. A medida que nuevos territorios y ciudades iban siendo incorporados a los reinos cristianos peninsulares, la morfología del urbanismo fue transformándose de forma simultánea al proceso de cristianización de la sociedad. En el proceso de repoblación y evangelización tuvieron un protagonismo indiscutible las órdenes religiosas, principalmente las mendicantes masculinas, de vida activa y no contemplativa, que desarrollaron una actividad muy intensa con el fin de propiciar la conversión al cristianismo de los musulmanes moradores de los territorios que acababan de ser conquistados, sin dejar de asistir espiritualmente a los cristianos viejos que llegaron para repoblar estas nuevas tierras.