Una salud amenazada en nuestros días por uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta el planeta: la emisión a la atmósfera de los gases de efecto invernadero, a la que ha querido poner remedio el Protocolo de Kioto. Estos gases, conocidos con el acrónimo GEI eliminan la posibilidad de que la radiación solar y el calor de la Tierra se disipen hacia el espacio exterior, motivando, como consecuencia de ello, el aumento de la temperatura global del planeta. Dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y clorofluorocarbonos producidos por la combustión de combustibles fósiles y por malas prácticas en la industria, son los más reconocidos de estos gases causantes del calentamiento del planeta, así como de sus ulteriores consecuencias. En diciembre de 1997, una amplia nómina de países industrializados suscribió el Protocolo de Kioto. La lucha contra el cambio climático mediante una acción internacional de reducción de las emisiones de determinados gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento del planeta, fue el objetivo establecido por este protocolo.
Una propuesta de María García Añón.